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Brand: Editorial Renacimiento
EAN:
9788489371842MPN: 9788489371842
Categoría: Libros y revistas
Libro: La novia del Gaucho (978-84-89371-84-2) de Villa, Valentín de la (Editorial Renacimiento ) Comprar Libros de Literatura .Novela y Narrativa Española e Hispanoamericana .. LA NOVIA DEL GAUCHO ...Buen mozo era el gaucho y lógico el efecto de cordial simpatía que despertaba. Era alto, usaba larga cabellera, cuyos bucles caían divididos en sus hombros; en su boca se dibujaba una eterna sonrisa de bondad y brillaban sus negros ojos con expresión de inteligencia y altivez. Vestía con desenvoltura y arrogancia el traje nacional: un chiripá de paño negro, sujeto a la cintura por un tirador cubierto por monedas de plata, y del cual pendía, al alcance de la mano derecha, una lujosa daga con empuñadura de plata. Completaban su atavío las botas altas, con espuelas de plata; el saco de paño negro; el pañuelo de seda, enrollado con gracia al cuello, y el clásico sombrero de anchas alas. Al entrar en el rancho donde se celebraba la fiesta fue recibido con un saludo de satisfacción, por tratarse del mejor payador del contorno. El amigo, don Gregorio, dueño del rancho, le ofreció una silla a su lado, y Vicenta, la hija de don Gregorio, le ofreció el mate de bienvenida. Era un hombre paisano aquel don Gregorio, y era una hermosa muchacha aquella su hija Vicenta. La viera usted a la moza, amigazo! Criollita más bien plantada no pudo verse. Blanca de piel, mórbida de carne, dulce de expresión, teníasela por la más linda "chinita" de Matanzas. Y era, naturalmente, la más admirada y más deseada de todas. Al aceptar Julián el mate que le ofrecía Vicenta, las manos de uno y otro se rozaron, se encontraron los ojos y quedaron un momento mirándose y sonriéndose. Julián, el joven gaucho que anduvo separado siempre de bailes y farras, sintió una emoción extraña que le paralizó un instante el corazón. No supo darle las gracias por el obsequio ni dirigirle un galante cumplido; pero algo debió comprender la paisanita en los ojos del gaucho, por cuanto bajó los suyos con presteza, a la vez que sus carnosas mejillas sentía afluir toda su sangre. Rogaron a Quiroga que cantase, y éste no se hizo repetir la súplica. Tomó su guitarra, preludió con la característica melancolía que todo gaucho pone en sus canciones y la gente saludó la decisión de Julián con un aplauso, disponiéndose a escucharle con profundo recogimiento. Durante largos minutos estuvo el payador recorriendo el diapasón de la guitarra en vagos preludios y acordes inconscientes. Por fin aquéllos se fueron fundiendo, los acordes se fueron armonizando y la guitarra rompió en uno de esos estilos tristes en los que el gaucho vierte toda su ternura. Julián tocaba conmovido. Había agobiado la cabeza y meditaba profundamente. Alzó la frente luego, entornó los ojos como para concentrar sus pensamientos en un punto lejano y su voz bien timbrada cantó con dulce melancolía unas décimas que expresaban la desesperanza de su vida y eran una queja contra su destino. Los paisanos le oyeron con recogimiento, con emoción también....
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